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Focus Group (I)

Publicado: 2017-05-31

Entre esta y la semana pasada, muchos de mis compañeros de la Universidad Bausate me pidieron ayuda para participar en un Focus Group. Me dijeron que era un trabajo que les dejó un tal profesor Mena, en el curso de Relaciones Públicas. Como eran mis amigos, acepté.  

Fueron tres veces que participé en el Focus Group. En la primera oportunidad, Abel me invitó. Yo estaba lavándome las manos, la cara y los dientes, en el baño del nuevo pabellón. Allí, el acérrimo hincha de la ‘U’, me preguntó si le podía ayudar en un trabajo de Relaciones Públicas. Como tenía tiempo y no era algo que me pudiera ofender, accedí. De la misma forma, convenció a mi amigo Luiggi, quien estaba a mi costado.

En el aula del nuevo pabellón, había otros compañeros. Luiggi y yo nos sorprendimos: pensábamos que solo nos iban a preguntar a nosotros, o qué sé sho. Sentados ya estaban el chino Huaroto, el cuatrojos de Daniel, el gordito Bryan, el luriwashington de Morillo y otros tres sujetos que no conozco. La mediadora era una flaca, de un cuerpo y una cintura formidable. Luiggi, a pesar de tener buena vista, quedó tuerto.

Abel, el quién nos llevó, había desaparecido. En el salón solo estaban los que mencioné, la chica formidable y el Padrecito que cargaba entre sus manos su cámara Nikon. Este nos explicó cómo iba a ser el conversatorio. Nos contó que solo teníamos que responder tres preguntas.

La primera fue si nos sentíamos orgullosos de la Bausate; la segunda, si conocíamos la universidad antes de postular; la tercera, qué conceptos tenemos sobre las autoridades, de la ya mencionada.

El segundo fui yo y Luggi el tercero. Mi primera respuesta fue breve y concisa. No quería chamullar mucho en la tertulia. Cuando acepté la invitación de Abel, no recordaba que a las seis de la tarde tenía una exposición sobre Empresas. Solo faltaba quince minutos.

--Yo –respondí- no esperó que la universidad tenga las instalaciones de Harvard ni Cambrigde. Eso es lo que menos me importa. Yo la quiero por ser como es, y de una manera a otra, nos enseña a ser resilentes. Además, el periodismo trata de eso: de hacer tu trabajo, a pesar de millones de obstáculos.

Luego, le tocó a Luiggi y opinó que también se sentía orgulloso de su casa de estudios. Sin embargo, él añadió que le interesaría que hubiera una feria del libro y tertulias literarias. Algo que me agradó mucho.

En la segunda pregunta, fue lo mismo: respuesta breve y concisa. No quise explayarme demasiado, porque en pocos minutos ya debía estar en mi salón para exponer en el curso de Empresas.

--Yo –dije- conocía ya la Bausate porque tengo conocidos que habían estudiados. Primos, tíos y amigos me habían comentado mucho sobre sus experiencias en esta universidad. Desde segundo grado de secundaria, yo ya había decidido estudiar aquí.

Los demás comentarios no los escuchaba, porque no me interesaban. Por ahí, el chino Huarato y el Harry Potter de Daniel dijeron cosas interesantes, pero más no. Sin embargo, Luiggi, por ser más cercano e íntimo a mí, y estar a mi costado, sí le presté atención.

En la tercera, y última, sí se me complicó mucho. Tenía vergüenza de decir que no conocía mucho a las autoridades de Bausate. Sabía, a medio pelo, quién era quién, pero no más. El mes pasado –abril- el borracho ‘N’ llegó hasta el queso, a sus clases de Periodismo Escrito. Luego, de ello, se retiró al patio y le dijo a una profesora: “¡Calla, mierda!”. Esta, asustada por el incidente, mandó a buscarlo por todas las aulas y baños de la universidad. A los diez minutos, el docente Sosaya lo encontró y mantuvieron una conversación. No sé en qué habrán quedado, porque el chisme se contó hasta allí: que solo conversaron. ‘N’ me dijo que Sosaya era el Decano.

Como me acordé de lo sucedido, lo único que tenía en mi mente era a Sosaya. No sabía de nadie más. Algo, pero a lo muy lejos, sabía que Mejía Alarcón también era autoridad. Después, naca la pirinaca.

--Particularmente –respondí, por última vez- no conozco mucho a las autoridades. Por allí, a Sosaya y a Mejía Alarcón, pero no más. Los veo, de vez en cuando, en algunas publicaciones que hace la universidad, pero personalmente, nunca. Creo que deben acercarse más a los alumnos, porque solo aparecen cuando hay problemas.

Mi amigo Luiggi escuchó la palabra “problemas” y lanzó una carcajada, como si hubiera escuchado algún chiste de Los cómicos ambulantes. Él sabía que dije eso, porque me acordé lo que pasó con el borracho ‘N’.

Acabando la respuesta de mi amigo, la chica que dejaba a baba a muchos –y a los que no era porque eran cabros- nos dio las gracias por nuestra participación. Al instante, los demás que integraban su grupo nos llenaron de golosinas, chupetines y alfajores. Miré a Luiggi, él me miró, y me dijo:

--¡Carajo, Walter! Ya son las seis y media.


Si quieres leer la segunda parte, aguántate pues, choche. También tengo derecho a cagar.


Por: Walter Cuba Huapaya (@waltercubah)


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Mientras Agonizo

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