Verástegui y yo: los Dobles de Ribeyro
Y aún no subo la segunda parte de mi crónica Focus group, porque el desgraciado, e hijo de las mil putas, de Yuza no me facilita la gráfica. Pero, para que me odien más, les dejo renegar con este pequeño, pobre y peligroso poema que, de repente, es más feo que patada a los huevos.
¡Y Maestro!
Usted y yo
como si fuéramos
los protagonistas
de Dobles de Ribeyro
nos entendemos mucho:
en nuestra conversación
me hablas desde tus versos
y te respondo cuando te leo.
Soy el único hijo
de la última hija
de Sara Solano Mendoza
-una gran dama, como bien sabe usted.
Y de ella
Salen sus mejores palabras
cuando el apellido Verástegui
suena entre sus grandes muelas
y gordas bembas.
Y de estos versos
no salen ramas de olivos
que usted dejó
en la tumba de su abuela
¡De estos versos, Maestro!
salen los piscos ...
los piscos ...
¡los piscos cañetano, carajo!
Por: Walter Cuba Huapaya (@waltercubah)