El karma existe
Los piscos ya perdieron
el control
de mi corazón.
No la quise por mi glande
ni tampoco por las borracheras,
¡la quise de verdad!
Y noté su
ausencia
por dos cosas:
ya no estaba en mi paradero
ni en el bus que la dejaba en mi casa.
No sé si me excedí con
los piscos o con mis palabras
pero me mató con los cuchillos que salían de su boca:
"¡El karma existe, Walter!
Le respondí que sí,
mientras las lágrimas descendían por su rostro:
"El karma existe cuando se vuelven putas".